La laguna de Yahuarcocha, emblema natural, histórico y turístico de Ibarra, atraviesa un proceso de renacimiento ambiental impulsado por la Alcaldía. Durante décadas, este espejo de agua ha sufrido los efectos de la actividad humana: reducción de su nivel natural, acumulación de sedimentos, presencia de nutrientes y plaguicidas agrícolas, así como descargas de aguas residuales. Como resultado, el ecosistema ingresó en una etapa avanzada de eutrofización que transformó el color de sus aguas y disminuyó su profundidad, pasando de 9 metros en 1979 a apenas 7 en 2023.
Consciente de la importancia de Yahuarcocha, el municipio ha puesto en marcha un plan integral que combina obras, controles y monitoreo ambiental. Entre las principales acciones destacan la construcción de un sedimentador artesanal que actúa como filtro natural, evitando la acumulación de nutrientes y el crecimiento desmedido de algas. Paralelamente, se realiza el retiro de plantas acuáticas maduras, se conserva la vegetación joven y se monitorea mensualmente la fauna acuática y aviar.
El alcalde Álvaro Castillo destacó que estos esfuerzos han permitido mejorar notablemente la calidad del agua y estabilizar los niveles de nutrientes. “Nuestra laguna está reviviendo. Fue mi compromiso con la ciudad y lo estamos cumpliendo. No descansaremos hasta recuperarla totalmente”, aseguró.
El plan también incluye inspecciones del alcantarillado cercano, control en locales de alimentos mediante trampas de grasa, limpieza de canales de ingreso de agua, introducción de la planta sumergida Elodea densa y uso de equipos de ultrasonido para controlar cianobacterias. Además, desde 2014 rige una ordenanza de zonificación que prohíbe actividades industriales en el área de influencia.
Estas medidas, sumadas a la colaboración ciudadana, buscan frenar el envejecimiento natural de Yahuarcocha y garantizar que la laguna siga siendo un espacio vital para la regulación climática, la biodiversidad y el turismo de Ibarra